Un Marruecos des-cartado. Viaje a las intimidades coloniales

Josep Lluís Mateo Dieste | 23 agosto 2020

Viajar ha sido y será una experiencia corporal única vinculada al movimiento y a los sentidos. Pero en tiempos de confinamiento también hemos aprendido a desarrollar otros viajes para nuestra supervivencia como humanos. La imaginación, la memoria de otros viajes, de otros tiempos y de otros lugares. Os invitamos en estas líneas a viajar al pasado, tal y como nosotros hicimos, para abrir la puerta de una jaula y dejar volar a miles de cartas censuradas de los años 1940 y 1950, escritas en Marruecos y en España, entre mujeres españolas y hombres marroquíes, musulmanes y judíos. El resultado fue un libro escrito con Nieves Muriel, en un doble viaje iniciático. Nieves y yo trabajamos epistolarmente, y en la lejanía, sobre este proyecto de las cartas que ahora presentamos y que también nos unió en la distancia.

Portada del libro sobre las cartas censuradas

Imposible describir la emoción que nos ha acompañado durante estos años de vuelo al pasado, que también ha implicado abundantes viajes a los lugares de antaño todavía presentes, en ciudades del norte de Marruecos como Tetuán. Y es que, no hay que olvidarlo, el viaje al presente en Marruecos, como en cualquier sociedad, es siempre un viaje al pasado. Por eso os hablaremos ahora de lugares donde se encontraron las y los protagonistas de estas cartas, de estas pistas que nos llevaron a este viaje, sin saber muy bien hacia dónde íbamos. El punto de partida estaba más claro: las cartas están guardadas en unas cajas de cartón en el antiguo archivo colonial, sito ahora en Alcalá de Henares. Es decir, las cartas viajaron entre remitentes y destinatarios, fueron copiadas o retenidas por censores y administradores y terminaron en un archivo colonial, en aquello que el antropólogo Jack Goody llamaría un «robo de la historia». Desde que di con ellas en 2000, los viajes se han sucedido, incluso para encontrar a algunas de las mujeres protagonistas en Tetuán. Y para contactar con descendientes y personajes misteriosos todavía por descubrir. El libro está abierto, y su publicación en marzo de este año abre nuevas posibilidades al hacer públicos los materiales.

Sobres con sellos del Protectorado.

Sobres con sellos del Protectorado. J.L. Mateo.

Sellos del Protectorado

Las cartas, como en todo viaje, rememoran sombras del pasado. Y estas cartas nos llevaron a un Marruecos colonial, a una España de posguerra, a un mundo sorprendentemente conectado entre el norte de África y la Península. Un mundo comunicado por carta, por telégrafo, por teléfono, y sobre todo, por emociones. En nuestro libro presentamos también una historia y una antropología de las emociones, de cómo españoles y marroquíes concebían sus propias emociones y su encuentro con la alteridad en un contexto colonial.

Estos encuentros continúan hoy en día. Si el mundo poscolonial ha construido pesadillas con nuevas fronteras, migraciones clandestinas y tramposas explotaciones, el paseo por aquel Marruecos colonial abre innumerables sorpresas, con mujeres españolas que escriben a amigos marroquíes para que les busquen un trabajo en el Protectorado, pidiéndoles cartas de llamada, en un trayecto inverso al que el presente nos invita a pensar. Donde españoles pobres se buscaban la vida por las calles y campos magrebíes. Y donde también los sectores más poderosos disfrutaban sus privilegios en aquella colonia adonde llegaban medias de seda, orquestas internacionales y novedades cinematográficas. Una sociedad multireligiosa, multiclasista y variada, que se entrecruzaba por las calles, pero que mantenía unas barreras invisibles: y este trabajo así lo revela. No se debían cruzar las fronteras sexuales y matrimoniales, solo en la clandestinidad o tras los muros.

Calle de Tetuán, 1949. Archivo Municipal de Cádiz, Fondo Varela.

Tetuán, 1949. Archivo Municipal de Cádiz, Fondo Varela.

Las autoridades coloniales españolas reiteraron públicamente la retórica de una «hermandad hispano-marroquí», pero en la práctica cultivaron barreras y persiguieron cualquier atisbo de mezcolanza, aunque no pudieron evitarla. Para nosotros, sin duda, lo más fascinante fue descubrir la palabra, la escritura, la mano que escribió y que se revela aquí, más allá de la represión. Las cartas nos descubren múltiples planos y grados de relaciones: amistades, intercambios, amores correspondidos, amores no correspondidos, hipocresías, pasiones, ilusiones, frustraciones. Caraduras, bien intencionados. Conservadoras, aventureras, beatas y vanguardistas. De todo un poco. Las relaciones entre hombres y mujeres se ponen aquí a prueba.

En el libro hemos elaborado un completo estudio introductorio sobre el contexto de las cartas, para su mejor comprensión, y en una segunda parte presentamos una selección de cartas, para que los lectores las lean directamente, a su ritmo, y las interpreten. Os presento aquí una carta inédita que no aparece en el libro, para que viajéis a ese espacio-tiempo. Nuestra propuesta es ir y venir entre cartas para pensar y sentir. El siguiente ejemplo es ilustrativo de complejidades colectivas y de detalles personales: de relaciones, de pensamientos, de sentimientos, de vida cotidiana, de microhistoria, de ilusiones y constricciones.

Carta. Expediente nº 303. Archivo General de la Administración (AGA)

Este viaje empezó en archivos. Poco se habla del archivo como lugar, pero en él no sólo se investiga sino que también fluyen las emociones. La sorpresa al descubrir secretos, intimidades, vidas en definitiva, tiene lugar en un espacio frío, entre empleados que trajinan cajas con batas blancas, mientras un sentimiento difícil de describir te sitúa frente a un documento inerte que representa a una persona. Y le pones cara a un rostro clasificado antaño en un archivo de la represión. Estas cartas no nos pertenecen, y no las debiéramos haber leído, pero nos queda la sensación de haber celebrado un ritual simbólico para que ahora descansen en paz.

Algunas de estas almas del pasado todavía existían milagrosamente en pleno siglo XXI. A María, viuda de Abdeslam, la conocí en 2004 en un piso del ensanche de Tetuán. Y años más tarde la encontré en una carta, escribiendo a su futuro esposo. Fue un encuentro gris, como las fotos en blanco y negro de la época. En este caso, la amargura de los conflictos familiares había quemado el recuerdo de aquellas relaciones pioneras y desafiantes. La memoria puede ser también muy amarga.

Fotografía de dos enfermeras y un militar en cama, en el Heraldo de Aragón, 5/7/1937

Heraldo de Aragón, 5/7/1937.

Los tiempos coloniales impulsaron movimientos de población, tanto de ida como de vuelta. Así, miles de marroquíes circularon por España a raíz de la Guerra Civil. Y decenas de ellos conocieron a mujeres españolas, estableciendo relaciones íntimas, y en algunos casos formalizando matrimonios y dando lugar a vínculos humanos que levantaron las alarmas de las autoridades coloniales. Musulmanes que se bautizaban para casarse, que se cambiaban el nombre…

Carta. Expediente nº 78, AGA

Expediente nº 78, Archivo General de la Administración.

Delegación de Asuntos Indígenas, Tetuán (AGA).

En esta historia, lo inaudito no fue solo descubrir estas relaciones, sino acercarnos a las cloacas del poder. A quienes censuraban las cartas y anotaban en ellas sus paranoias y frustraciones. Sin duda, la que más recuerdo, y me quedó grabada, es ese texto de un censor que anotó junto a la carta de una mujer, la impresionante frase de «Ojo. Esta quiere que le hagan un morito». Dedo señalador de un machismo redentor. Comprender el porqué de aquella censura fue un ejercicio más que exótico y complejo. Caía en aquel tiempo la losa del franquismo, la moral de la Falange con todo su peso. Pilar Primo de Rivera visitó en persona Tetuán y el escenario de las cartas.

Visita de Pilar Primo de Rivera a Tetuán, 1941. Biblioteca General de Tetuán (BGT).

Los brazos se alzaron ante al fascismo en Tetuán, fusilaron a republicanos y controlaron el Protectorado, Ceuta y Melilla, con la connivencia de un incipiente nacionalismo marroquí entre las clases pudientes urbanas, cuyos hijos, por cierto, no fallecieron en la Guerra civil española, a diferencia de las masas de campesinos pauperizados por el colonialismo y las desigualdades. Es en este escenario en el que se gestó un clima de represión y censura, derrumbando los proyectos de emancipación apuntados por la II República.

La persecución de las relaciones mixtas se contradecía abiertamente con una propaganda franquista que exaltaba la hermandad hispano-marroquí.

Cartel de hermandad entre España y Marruecos

BGT.

Por debajo de esta propaganda, la censura y la persecución. Las relaciones que revelan las cartas ponían en entredicho algo muy obvio: la distinción entre colonizadores y colonizados. Mejor escuchar los ecos de la propia administración colonial. Este fragmento de un documento secreto oficial resume la política de la Delegación de Asuntos Indígenas:

Carta-Documento del Archivo General de la Administración

Archivo General de la Administración (AGA).

Pese a este elenco de instrucciones y órdenes de persecución, muchas relaciones sobrevivieron y escaparon a un control que no podía con todo… Para presentar este material no quisimos incurrir en una doble injusticia histórica. Si la administración colonial había clasificado y etiquetado aquellas cartas y relaciones, ¿cómo organizar ahora aquellas voces de nuevo? Lejos de fijar unas tipologías hemos hallado trazas de una variedad de interacciones humanas. La frontera entre ellas tampoco está clara. Pero en cualquier caso hemos visualizado amistades, matrimonios legales o uniones informales, a veces con descendencia; relaciones apasionadas; el caso específico de hombres judíos y mujeres españolas; la cuestión de lo que la administración colonial llamaba los «tenorios», es decir, hombres marroquíes que mantenían relaciones con diversas mujeres españolas; así como la activación de subjetividades, de personas que se negaron a aceptar las injusticias, desafiando las fronteras, pese a todo.

Una buena manera de acercarse a ese mundo, descartado por la memoria oficial, es recorrer los espacios y los lugares de encuentro. La lectura de las cartas nos ha permitido reconstruir estos itinerarios, más allá de las fronteras sociales construidas. Paseos, parques, hospitales, escuelas, administraciones, visitas, ferias internacionales, prostíbulos….

Una boda puede ser un lugar de conocimiento e intercambio, como se aprecia en esta celebración del matrimonio del nacionalista Mekki Nasiri, a la que son invitadas mujeres españolas.

BGT.

El turismo también genera nuevas interacciones. Y movimientos diversos, de estudiantes o trabajadores. Pero el viaje no se da solo de norte a sur. También los marroquíes, aunque presentados como «indígenas», visitaron España, en ferias, llamados por la administración colonial para exhibir las riquezas de la colonia.

Feria de Muestras de Barcelona. 1942. BGT

Es preciso recordar aquí la importancia de pensar esta otra mirada, de una España vista por viajeros marroquíes. A menudo se ha olvidado que «nosotros» fuimos vistos por «otros», al modo en que la antropología nos desnuda frente al encuentro humano entre distintos, y donde el distinto no es el otro sino uno mismo en los ojos de quien nos mira.

Los mismos parques de ahora ya fueron entonces el escenario de encuentros «furtivos», donde algún coche de la alta administración marroquí recogía a su amante. El actual paseo rehabilitado en los extramuros de Tetuán es el mismo que el otrora Parque de las Cagigas, citado en las cartas.

Parque de Tetuán, 2012

Parque de Tetuán. 2012. J.L. Mateo.

El palacio jalifiano también fue un espacio de encuentro, en fiestas, pasillos y actos públicos. Escenario de irreverentes autoridades que sonríen ante la cámara y despliegan entre bastidores actitudes donjuanescas que también despiertan la preocupación de las autoridades españolas.

Boda del Jalifa, Palacio Jalifiano (1949). Archivo Municipal de Cádiz, Fondo Varela.

En el Protectorado las normas de parentesco y matrimonio, así como los estereotipos interétnicos, dificultaban enormemente esas relaciones. Trabas burocráticas, prejuicios, normas endogámicas. No es casualidad que las relaciones que aquí abordamos sean de mujeres españolas con hombres marroquíes. La norma musulmana no permite la unión de musulmanas con no musulmanes, aunque las hubo, pero sí la unión de musulmán con mujeres cristianas. Y muchas van a sufrir la injusticia de una época, en su silencio, ahora revelado por estas cartas.

Nuestras protagonistas viajan y descubren. Se fascinan, reproducen estereotipos, replican ideas preconcebidas, pero se sorprenden y rompen barreras. En el mundo poscolonial que vivimos hay paralelismos con esa época, a pesar de los abismales cambios y diferencias. Los encuentros humanos permanecen… La búsqueda de una sensualidad oriental, por desgracia, mantiene redes vergonzantes de prostitución. En el Protectorado, la gran densidad de militares disparó el número de prostíbulos, y en ciudades como Tetuán el paroxismo llegó a límites insospechados. Cientos de mujeres procedentes de la Península reciben permisos temporales de residencia para prostituirse en Marruecos. En la ciudad de las mezquitas y los santuarios, las autoridades coloniales tuvieron que fijar ya en 1914 unas distancias entre prostíbulos y edificios religiosos, con un mínimo de 50 metros (¡imposibles de cumplir en muchos casos!), como revela la tesis doctoral de Begoña Etxenagusia sobre La prostitución en el Protectorado español en Marruecos.

Prostíbulo marroquí. BGT.

En Tetuán algunos de esos itinerarios se pueden reseguir todavía en los barrios de Yebel Dersa o en la antigua calle Luneta, recordada siempre oficialmente como calle de los comerciantes… pero también se comerció allí con el cuerpo. Una calle repleta todavía de pensiones que nos recuerdan aquellos tiempos.

Pensión, Tetuán. 2019. J.L. Mateo.

En aquel Protectorado había mujeres prostituidas españolas y marroquíes y la presencia militar alimentó aquel mercado del sexo. Asimismo, ciudades como Tánger devenían también destino para relaciones homosexuales. Años después, las desigualdades internas de Marruecos y las asimetrías internacionales en el mundo poscolonial no han cambiado mucho las cosas y el tema tabú de la prostitución sigue ahí, escondido bajo el nuevo turismo sexual.

Las cartas nos hablan también de un mundo de hoteles y pensiones. Los sobres entran en casinos y cabarets. Emblemas de vidas dinámicas y en movimiento. No es el siglo XXI el que inventó la globalización. En este Marruecos colonial se escucha foxtrot y canciones como la Vaca Lechera, llegan cremas de importación. Los protagonistas se hacen fotos de estudio y las envían, como prolongaciones de su ser.

Retrato de Paqui. Expediente nº 307. AGA

Paqui para Isaac. Expediente nº 307. AGA.

Para terminarLas relaciones mixtas del Protectorado no murieron con las cartas, sino que también fructificaron en descendencias de variado etiquetaje y clasificación social, como «moros y cristianos». En uno de mis viajes, regresando de Tetuán, el azar (o no) me concedió este regalo. En el tren hallé a un rostro conocido de mi ciudad, que volvía a casa como yo. Le comenté que estaba preparando un libro sobre unas cartas y una relaciones olvidadas. Pero la sorpresa fue mayúscula cuando sus ojos se iluminaron para explicarme que él precisamente era uno de esos hijos del encuentro colonial. Su padre, Rahal, un soldado de Regulares de Larache, se encontró con María Luisa, su madre, en Asturias durante la Guerra Civil. Se casaron y estuvieron viviendo a Marruecos. Pero Rahal, a pesar de llevar marcados en su piel el dolor y las heridas de la guerra y de haber recibido varias medallas, nunca recibió la prometida «paga de Franco», como tampoco María Luisa, al quedarse viuda. Juan Goytisolo, el gran escritor ya fallecido cuyos restos reposan ahora en Larache, inmortalizó el caso de esta familia en un documental sobre los españoles en Marruecos, La otra orilla (al-Qibla: 22’50’’ ).

Ahora, Manuel Mustafá (o Mustafá Manuel), uno de sus hijos, nos recuerda que ese pasado vuelve, y que puede aparecer en cualquier viaje, en cualquier conversación. En el viaje, nada es descartable.

Foto de Josep L. Mateo con Manuel - Mustafá

Foto del autor con Manuel – Mustafá.

Josep Lluís Mateo Dieste
Departamento de Antropología Social y Cultural de la Universidad Autónoma de Barcelona