Sidi Ifni, un recuerdo colonial sumergido en la bruma atlántica
Sonia Gámez | 29 abril 2019
Cuando llegué a Sidi Ifni por primera vez, hace ya casi una década, me atrapó su luz, una luminosidad plateada que impregnaba absolutamente todo, dotando a la ciudad de un aire misterioso que se acrecentaba con la llegada de la sigilosa bruma atlántica.
La carretera que bordea el extenso litoral acantilado, de playas de arena blanca bañadas por un océano que nunca se calma, revela inevitablemente la distancia y el silencio del paisaje atlántico del sur de Marruecos. El recorrido evidencia el atractivo natural del territorio de Ifni, un paisaje semidesértico con una topografía abrupta que desde el interior se extiende hacia una costa no menos escabrosa. Cuando cae el sol y crees sucumbir al ritmo monótono del trayecto y al brillo cegador del océano, dos grandes caballos con sus patas delanteras alzadas te anuncian que por fin has llegado, estamos en el barrio de Colomina, a poco más de un kilómetro del centro de la ciudad. Este es un ensanche periférico levantado en una loma que ofrece una amplia perspectiva del perfil de Sidi Ifni, que también se encuentra en una posición dominante sobre sus acantilados. Desde aquí, la ciudad parece diseccionada en dos por el río Ifni, que desemboca en la playa junto al cementerio y su morabito de cúpula verde.
Cruzar el río y ascender por las empinadas calles te sumerge en un mundo tranquilo en blanco y azul de reducidas dimensiones y una familiaridad extraña que nos transporta a otros lugares de nuestro imaginario. Ya en la ciudad, observas que entre la población local deambulan algunos turistas que azarosamente han conseguido llegar a este rincón perdido siguiendo los ecos de un pasado colonial. Entre ellos es posible observar a un buen número de surfistas atraídos por las playas solitarias y sus olas, pero también es habitual la llegada de jubilados europeos en sus autocaravanas para instalarse en el cálido invierno sahariano.
La bruma atlántica va y viene como las olas, se adueña de la ciudad y la sumerge en una atmósfera típicamente ifneña.
Es evidente que Sidi Ifni padece numerosas carencias pero también es innegable que son múltiples los atractivos que le aportan singularidad. La ciudad es pequeña y parece desbordarse por los acantilados de su playa, que la limita a una estrecha franja entre el mar y la montaña. El diseño urbano no deja de ser algo extravagante, pues la gran parcela árida que antaño fue un aeródromo sigue ocupando el corazón de la villa sin que se haya producido modificación alguna en todos estos años, aunque el deseo de muchos ifneños es que este antiguo campo de aviación se convierta en un aeropuerto para Sidi Ifni, un proyecto que sería decisivo para el desarrollo de la zona.
Al sur de la ciudad está ubicado el puerto, que contribuye a la economía de Ifni con capturas a pequeña escala. Próximos a la zona portuaria se alzan sobre el horizonte dos gigantes de hormigón, son los restos del antiguo transportador encargado de trasladar las mercancías que llegaban en barcos al antiguo puerto español.
Uno de los atractivos del territorio de Ifni es su costa acantilada, donde la fuerza del mar ha ido horadando el litoral rocoso para moldear interesantes formaciones, galerías o arcos que comunican las extensas playas saharianas. Uno de los mejores ejemplos, cuya imagen ha trascendido más allá de estas tierras, es la playa de Legzira y sus arcos de piedra, al norte de la capital, un espacio de excepcional belleza y destino inevitable de turistas y locales.
La fuerza del océano desgasta los acantilados saharianos dibujando un perfil rocoso de formas caprichosas.
Si algo caracteriza a los habitantes de Sidi Ifni es su inalterable amabilidad. En su condición existe cierta familiaridad y un optimismo acentuado, posiblemente una consecuencia del cálido clima sahariano. Cuando alguien permanece varios días en territorio ifneño sin poner resistencia al paso del tiempo, se arriesga a ser atrapado por el lugar y cautivado por sus gentes. Entonces surgirá el interés por saber quiénes son los ifneños y cómo se construyó esta compleja identidad local. Necesariamente hay que remontarse a un contexto precolonial que nos conduce hasta los Ait Baamran, una confederación con un fuerte componente geográfico, cuya naturaleza se forja en el interior montañoso del Anti Atlas y se extiende hasta la costa atlántica. La lengua de esta tribu amazige del sur de Marruecos es el tachelhit, caracterizada por su originalidad y la diversidad de préstamos lingüísticos manifiesta en un vocabulario compuesto por el árabe dialectal marroquí, el árabe clásico, el español o el francés. Y son estas tierras, conquistadas anteriormente por tribus saharianas, las que incorporó España durante la ocupación, convirtiéndolas en un enclave colonial al que le asignaron el nombre de Territorio de Ifni, de límites imprecisos y una extraordinaria franja costera.
Croquis del territorio que ocupaba la confederación de los Ait Baamran realizado en 1935 por la Comisión del Cuerpo del Estado Mayor. Biblioteca Virtual del Ministerio de Defensa.
A partir de entonces los Ait Baamran fueron impregnados por el modelo cultural español y adquieren el estilo de vida urbano importado por esta sociedad extranjera de naturaleza diversa, acentuando las relaciones de identidad y territorio, sobre todo, en la zona urbana de Sidi Ifni.
La sociedad ifneña de hoy es plural y diversa y está compuesta por saharauis, amaziges y árabes. Entre la población de la villa encontramos un grupo reducido de residentes extranjeros, por un lado, españoles que nunca perdieron el vínculo con la ciudad, pero también franceses o alemanes que, por distintos motivos llegaron a Sidi Ifni y prefirieron las cálidas tierras del Sahara a las septentrionales de Europa. El componente migratorio es significativo en toda la región, una parte importante de la población ifneña ha emigrado fuera de Marruecos, principalmente, a las Islas Canarias, en busca de oportunidades laborales y otras muchas cosas que desde este rincón perdido se echan en falta.
La fundación de Sidi Ifni ha generado un continuo debate acerca de si hubo o no intencionalidad por parte de España en falsificar los antecedentes históricos que justificaron la ocupación del territorio. Entonces se pretendió identificar a Sidi Ifni con un antiguo enclave o fortín levantado en 1476 por Diego García de Herrera, en nombre de los Reyes Católicos, llamado Santa Cruz de Mar Pequeña. Esta fortificación fue abandonada en 1524 tras los asaltos de las tribus colindantes, un suceso que fue olvidado durante varios siglos. A principios del XX, esta fortaleza fue erróneamente emplazada en distintos zonas de la costa atlántica y el territorio de Ifni, por una serie de circunstancias históricas, fue identificado con esta fundación durante siglos por España, quizá solo para aprovechar los derechos que el antiguo fortín le otorgaba.
Con la firma del tratado de Paz y Amistad en 1860, después de la primera guerra de África o Guerra de Tetuán, Marruecos concedió a España un territorio para el establecimiento de una factoría de pesca en uno de sus antiguos enclaves. Los límites no se definieron hasta 1912, en los acuerdos entre Francia y España que determinaban las fronteras del Protectorado y reconocían los derechos españoles en suelo africano. Después de numerosos intentos y la consolidación de los tratados con Francia se produjo la ocupación de Sidi Ifni en 1934, en un territorio entre el Jebel Bu Laalam y la costa acantilada y no en el antiguo fortín de Santa Cruz de Mar Pequeña.
Dos momentos de la antigua plaza de España.
Fotografías cedidas por El Rincón de Sidi Ifni.
Después de la ocupación se inició un proceso de urbanización que no se detiene hasta el abandono de la colonia, atribuyendo cierto aire de estabilidad y continuidad a una ocupación anacrónica y caduca. Sin embargo, no todo fue equilibrio y armonía en este colonialismo tardío pues, con la independencia de Marruecos en 1956, España tuvo que hacer frente al descontento de los grupos armados marroquíes que se agrupaban bajo el nombre de Ejército de Liberación. Se produjo entonces uno de los acontecimientos más lamentables desde la ocupación, un conflicto que ha sido objeto de numerosas adjetivaciones (la guerra «olvidada», «ignorada» o «no declarada») y de muy diversas interpretaciones, que se desarrolló entre noviembre de 1957 y junio de 1958. España se proclamó vencedora de la contienda debido a la acción coordinada con Francia en la llamada Operación Huracán. Sin embargo, el enfrentamiento evidenció la fragilidad de las tropas españolas y su escasa capacidad para defenderse en un medio tan accidentado. Unos sucesos que aún hoy perduran en la memoria colectiva de aquellos que fueron simples espectadores o, más aún, de quienes se vieron envueltos en ellos. El final de la guerra tuvo como resultado inmediato la desocupación del territorio colindante de Sidi Ifni, reduciendo la presencia española a los límites próximos a la capital. Con el cese de las hostilidades se publicó un decreto por el que la presidencia del gobierno convierte a Ifni en provincia española junto al Sahara Occidental, en un intento de reforzar la soberanía de un territorio que comenzaba a desequilibrarse en un contexto internacional de descolonización.
Con la independencia, Marruecos intensificó sus reivindicaciones sobre los territorios ocupados por España pero, hasta entonces, ambos países habían dado muestras de mantener unas buenas relaciones diplomáticas y no generar nuevos enfrentamientos. Con esta actitud positiva de los países afectados quedó reforzada la política de descolonización puesta en marcha por la ONU, favoreciendo el procedimiento de la retrocesión de Sidi Ifni.
No hay duda de que España comenzó a sentirse presionada por las resoluciones de la ONU, y da marcha atrás en su insistencia por mantener un territorio que ya consideraba perdido. En octubre de 1967 anunció el acuerdo alcanzado con Marruecos ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y, finalmente, el 4 de enero de 1969 se firmó el tratado de retrocesión, que fue acompañado de un Convenio hispano-marroquí sobre Pesca Marítima. Con el inicio del verano, España abandonó oficialmente Ifni y se convirtió en un acontecimiento que los medios de comunicación mostraron como un ejemplo de «generosidad aleccionadora» de España.
Fiestas y celebraciones en la antigua Sidi Ifni.
Con la salida de España del territorio de Ifni la capital continuó su rumbo para convertirse hoy en una ciudad en desarrollo con reducidas desigualdades sociales, quizá más acentuadas en la región interior, donde las pequeñas aldeas sufren mayor precariedad debido, en parte, a los efectos provocados por el avance de la desertización. A pesar de todo, la región de Sidi Ifni cuenta con interesantes recursos agrícolas. La vegetación de su entorno es muy antigua y tiene como protagonista el argán. Este árbol, que no requiere cultivo, es muy resistente y desempeña un papel vital en el mantenimiento del equilibrio ecológico y la estabilidad económica de la población rural, ya que se adapta perfectamente a las condiciones de sequía de la zona. Del argán se aprovecha todo y en las cooperativas, principalmente dirigidas y gestionadas por mujeres, se produce un aceite cosmético muy apreciado en el mercado internacional, también extraen un rico aceite de uso culinario, que suele consumirse en crudo y aporta a los platos un gusto almendrado muy característico y de interesantes propiedades para la salud.
Cooperativa donde se elabora aceite de argán.
Desde hace algunas décadas el territorio de Ifni explota una planta muy abundante en la zona, la chumbera, convirtiéndose en la mayor producción de higos chumbos del país. La exportación de este fruto es una de las actividades económicas más importantes de la región, sobre todo para la población rural, cuyos focos principales se encuentran en los pueblos de Mesti y Sbouya. De la misma planta se está produciendo un aceite cosmético que se extrae de las semillas del chumbo con importantes propiedades regenerativas que se exporta a todo el mundo. Su producción es muy laboriosa ya que para extraer un litro de aceite se necesita un gran volúmen de pepitas secas del fruto. En Sidi Ifni se encuentran numerosos establecimientos que venden los productos del argán y del chumbo producidos en las distintas cooperativas.
Producción del chumbo.
Junto a estas actividades agrícolas, la ganadería supone una parte importante de la riqueza del territorio. La población ovina es de calidad y muy parecida a la merina, también es abundante el ganado cabrío y representa la economía de la zona rural. El camello es un animal muy valorado en la zona, pues se aprovecha para prácticamente todo, es fácil encontrar en el mercado de Sidi Ifni su preciada carne y su leche. La población avícola es importante ya que el consumo es alto entre la población por ser una de las carnes más baratas.
Históricamente, los caladeros de la costa atlántica marroquí han sido muy codiciados, una fuente inagotable de recursos pesqueros siempre disputada. Actualmente la pesca todavía contribuye al desarrollo socioeconómico de Sidi Ifni, aunque no es equiparable a las cantidades de pescado desembarcadas en época colonial. Una parte de las capturas es vendida en Agadir y las zonas colindantes pero también la pequeña ciudad de Sidi Ifni es abastecida diariamente con una gran variedad de especies que llegan al mercado al atardecer.
Finalmente, el turismo podría considerarse una fuente de ingresos para Sidi Ifni, aunque se trata de una actividad relativamente reducida si hablamos de turismo internacional, sin embargo, en verano se produce un aumento considerable de turismo local. En temporada de olas la llegada de surfistas es manifiesta, en la actualidad Sidi Ifni se ha convertido en un destino para todos aquellos que huyen de la masificación de las ciudades surferas del litoral marroquí. En la ciudad se han creado algunas escuelas de surf, sin embargo, uno de los referentes en la zona, por su trayectoria y profesionalidad, es el equipo de Ifni Surf, que cuenta con unas confortables y atractivas instalaciones (hotel, restaurante, tienda) y un equipo humano excepcional.
Surfistas en las instalaciones de Ifni Surf.
Nada es tan reconfortante como pasear por las calles de Sidi Ifni, no solo por la calma que parece emerger cada mañana desde el océano, sino también por esa nostálgica decadencia que la caracteriza y que es capaz de transformar el tiempo. Las fachadas pintadas de blanco con sus puertas y ventanas de una gran diversidad de azules, otorgan una apariencia marinera a toda la villa. Las casas de nueva planta se entremezclan con los edificios del pasado, algunos con una importante carga histórica y, porqué no decirlo, simbólica.
Sidi Ifni es heredera de un interesante proceso urbanístico desarrollado durante la presencia hispana desde 1934 a 1969, un patrimonio que ha permanecido hasta hoy en un desigual estado de conservación. La arquitectura colonial está concentrada principalmente en la capital del territorio pero también existen numerosas edificaciones dispersas en sus alrededores, en las antiguas posiciones y edificios militares, que en la actualidad se encuentran en un estado de abandono absoluto. Las construcciones civiles son la únicas que se han beneficiado de la conservación gracias a la reutilización de los edificios.
La dejadez es palpable entre sus calles, la población aumenta y la ciudad crece al margen del deterioro y la amenazante ruina de muchos de los edificios históricos. El patrimonio arquitectónico de Sidi Ifni juega un papel esencial como testigo del pasado, sin embargo, nadie parece estar preocupado por frenar el declive de las pretéritas ambiciones urbanísticas de España. Es cierto que algunas edificaciones se han mantenido en un buen estado de conservación debido a las reconversiones de los edificios, como ha sucedido con algunos acuartelamientos ocupados por el ejército marroquí. Otros edificios han cambiado su funcionalidad en el transcurso de los años, como es el caso de la Comandancia de Marina convertida en restaurante; o el edificio de la Secretaría Naval Española, en forma de proa de barco, que se ha transformado en vivienda, o el cuartel de Infantería de Marina hoy un hotel.
También en Sidi Ifni encontramos algunos ejemplos art déco, el estilo urbano que imperaba en los años treinta del siglo XX, una depuración de las formas constructivas que proporcionaron a la ciudad cierto aire de modernidad y que en la actualidad la dignifican.
Este delicado conjunto arquitectónico aguarda estoicamente a ser apuntalado mientras las evocaciones nostálgicas del pasado penden de un hilo. Algunos de estos edificios parecen haberse quedado congelados en el tiempo, como el antiguo Consulado, con sus ventanas tapiadas guardando celosamente secretos olvidados. Este edificio se encuentra en la rotonda formada por la plaza Hassan II, antaño de España, junto a la antigua iglesia que hoy parece casi abandonada. Con una importante carga simbólica resiste aún el Cine Avenida con su espléndida fachada, a la espera de retomar sus funciones cinematográficas.
Sidi Ifni no nos dejó indiferentes la primera vez que llegamos hasta aquí, fueron muchos los viajes de regreso a esta tierra hasta decidir instalarnos en ella por una temporada. Y aquí estamos, disfrutando de la calidez de su gente, de sus olas y de la intermitente bruma atlántica, descubriendo un entorno excepcional que hemos empezado a incluir en nuestras rutas, una combinación perfecta: un desierto y un océano, quién da más.
Son muchas las posibilidades de viajes en el entorno de Sidi Ifni, donde encontramos oasis tan interesantes como este de Tighmert. Fotografía de nuestro amigo Carlos Pérez Marín.