Sonia Gámez | 05 julio 2020

Con esta entrega de Rutas Marruecas, finalizamos el post dedicado al fundador de Smara. En la primera parte conocimos los orígenes del sheij Ma el Ainin y cómo comenzó a ejercer su poder y a desarrollar una destacada influencia en el territorio sahariano, respaldado por los sultanes de Marruecos y algunas cabilas. La autoridad que le fue atribuida procedía del reconocimiento de su baraka, pero también de sus intervenciones en los acontecimientos sociales más destacados en la época que le tocó vivir.

Ahora veremos, cómo la figura de Ma el Ainin se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la colonización. Podemos decir, que el sheij representa la tradición sahariana del «santo guerrero» y encabezó la guerra santa contra los que denominó «infieles». Aunque, en un principio, su influencia fue mayoritariamente religiosa, Ma el Ainin contribuyó al mantenimiento del orden social y a la estabilidad compartiendo el liderazgo con las cabilas guerreras.

Ma el Ainin y el sultán Mulay Abdelaziz (1894-1908)

Soñar Smara, la ciudad de las arenas

En los primeros años del gobierno de Mulay Abdelaziz, que llegó muy joven al poder y fue necesaria la regencia del gran visir Ba Ahmed hasta 1900, se produjo la primera etapa colonizadora de Francia en el noroeste de África, al sur de la frontera meridional de Marruecos. Aunque, en un primer momento, el sultán declaró que no era hostil a los franceses, lo cierto es que Abdelaziz, durante su gobierno, se opondrá a todos los intentos de penetración en el Sahara Occidental, un territorio que tampoco se encontraba bajo su control.

Con la llegada del nuevo sultán, el sheij Ma el Ainin continuó con sus privilegios y reconocimientos. Muy pronto fue envestido con funciones de caíd y el sultán lo reconoció como una influencia privilegiada en el sur de Marruecos y el Sahara que le podría reportar importantes beneficios. La construcción de Smara en los últimos años del siglo XIX manifiesta la creciente autoridad que había alcanzado el sheij en aquel momento.

Tres fotografías del sultán Mulay Abdelaziz, amigo de Ma el Ainin

El sultán Mulay Abdelaziz en tres momentos diferentes de su vida. De izquierda a derecha, Mulay Abdelaziz en 1902, en 1907 y vestido a la europea.

En 1898, el sheij Ma el Ainin se instaló en las proximidades del río Seluan, afluente del Saguia el Hamra y un lugar estratégico y próximo a la ruta comercial hacia Tinduf, por donde pasaban numerosas caravanas del Uad Nun al Adrar. Ma el Ainin ya contaba sesenta y ocho años de edad cuando comenzó a construir Smara, la ciudad con la que había soñado mucho tiempo atrás pero, para iniciar este asentamiento, fue necesario vencer la resistencia de la tribu de los Erguibat.

Smara significa «juncos», nombre que hace referencia a la presencia de estas plantas en el terreno y que indicaron a Ma el Ainin la existencia de agua y la consecuente posibilidad de levantar allí la ciudad soñada.

Mapa del Sahara Occidental con el lugar que ocupa Smara, la ciudad creada por Ma el Ainin

Un plano del Sahara Occidental donde podéis ver la ubicación de Smara en amarillo en la Saguia el Hamra. Publicado por «La Géographie : bulletin de la Société de géographie / publié par le baron Hulot,… et Charles Rabot» (Gallica: Biblioteca Nacional de Francia).

Ayudado por algunos de sus hijos, los trabajos de construcción fueron respaldados por el sultán Abdelaziz y el gran amigo y seguidor del sheij el gran visir Ba Ahmed. Los trabajadores, los materiales de construcción, las armas y los víveres, enviados por el sultán llegaban en barcos hasta Tarfaya. También hasta Cabo Juby llegaron los materiales procedentes de España y, desde allí, en continuas caravanas de camellos se desplazaban hasta la futura ciudad. Se abrieron numerosos pozos y se plantaron palmeras que procedían del Adrar y el río Drâa y, poco a poco, aquel terreno árido y arenoso en el corazón del Sahara fue tomando vida. La importancia de la construcción de Smara radica en su originalidad, ya que es el único asentamiento del Sahara Occidental construido por saharauis, el resto de las ciudades y pueblos que encontramos hoy en el territorio (Saguia el Hamra y Río de Oro) tienen un origen colonial.

La euforia constructiva se apoderó del sheij durante varios años. En estos momentos comenzaba para él una etapa ilusionante, dominada por el entusiasmo que le suponía la creación de un centro religioso sin precedentes, pero también por el desarrollo de otras actividades que Ma el Ainin llevaba a cabo de forma paralela a la construcción de Smara.

Mezquita inacabada de Smara, la ciudad de Ma el Ainin

Mezquita del sheij Ma el Ainin en Smara, en una de nuestras visitas este año. Existen varias teorías sobre el deterioro de este edificio, por un lado, que es consecuencia de la destrucción francesa en 1913 y, por otro, que quedó inacabada. Como podéis ver en la foto, las arcadas están en un estado ruinoso y se están desmoronando. Aunque la zawiya suele ser mantenida y pintada, no se realizan obras de restauración en esta parte del edificio que evite que este valioso patrimonio se pierda entre las arenas.

En todo este tiempo, el sheij Ma el Ainin no había dejado de recibir las donaciones que le hacían el sultán, sus discípulos o sus seguidores. Aprovechando las circunstancias y sus excelentes relaciones en la corte, Ma el Ainin hacía peticiones al sultán que se traducían en sucesivas concesiones. Así consiguió la construcción de una zagüía en Marrakech en 1899 y, más adelante, otra en Fez, construida en 1902, ambos edificios religiosos eran propios de su autoridad como sheij o guía espiritual. Además, en sus viajes a la corte, era agasajado por las cabilas que se encontraban en el camino. Una vez en palacio, donde se alojaba con su séquito, era obsequiado con todo tipo de regalos: desde alfombras hasta ganado. A estos privilegios derivados de su relación con el sultán y sus ministros, se sumaban la función que el sheij desempeñaba en el Sahara y otras actividades más mundanas (comercio de esclavos) que le reportaban beneficios económicos. Todo este entramado de relaciones permitió al sheij Ma el Ainin crear una amplia red de influencias en el mundo sahariano, en las regiones periféricas y en la corte, que le otorgaron una posición muy ventajosa.

Ma el Ainin comenzaría una vida sedentaria en Smara a partir de 1902. La ciudad soñada se estaba convirtiendo en una ciudadela amurallada que albergaba en su interior numerosos edificios públicos y privados, entre los que se encontraban las residencias de su propia familia: sus esposas e hijos. Mientras tanto, en Smara continuaban las construcciones: mezquita, bibliotecas, graneros, fondas, baños, también recintos para los esclavos y animales. Sin embargo, 1902 fue un año bastante convulso, pues se estaban produciendo intervenciones y anexiones de territorios por parte de los franceses en las regiones más meridionales. La situación de caos que se extendía por el Sahara obligó a el sheij Ma el Ainin a pedir ayuda a Marruecos y tomar el liderazgo en la predicación de la guerra santa contra los invasores.

Vista parcial de Smara

Vista parcial de Smara. Fotografía de Alba Repossi

La incansable resistencia del sheij Ma el Ainin a la colonización europea

Para entender mejor los inicios del proceso colonizador del Sahara, podríamos distinguir dos momentos bien diferenciados: un primer período de ocupación relativamente fácil de la orilla derecha de Senegal, llevado a cabo por Xavier Coppolani entre 1902 y 1905, y que estaba fundamentado en la idea de una «conquista pacífica» del Sahara Occidental. Y, un segundo período de conquista entre 1905 y 1908, que se caracteriza por los intentos de reagrupación de la resistencia en torno a la idea de yihad y, en general, con referencia a la fe común representada por el sheij Ma el Ainin.

La ocupación colonial francesa del Sahara Occidental, pronto bautizada como Mauritania, comenzó en el margen derecho de Senegal en 1902 bajo el mando de Xavier Coppolani, un oficial, diplomático y científico que conocía la lengua y la religión de las poblaciones locales. Coppolani, por sus reconocidas dotes diplomáticas, planeó con la ayuda de las hermandades musulmanas (tariqas sufíes), la ocupación pacífica del territorio norteafricano. Consideraba que la mejor estrategia colonizadora era la penetración no violenta y las buenas relaciones con los jefes religiosos y personajes influyentes de las tribus.

Coppolani conversando con los jefes de tribus

El sheij Saad Bou rodeado de sus hijos en la oficina de Xavier Coppolani, en Mauritania. La Dépêche coloniale illustrée (Gallica. Biblioteca Nacional de Francia).

Durante el siglo XIX, el movimiento sufí en el Sahara había adquirido una nueva importancia, sin embargo, esta corriente no representaba en ningún caso a todo el islam local. La tradición morabítica estaba estrechamente asociada con las afiliaciones tribales, quizá porque las hermandades se formaban a partir de las tribus o porque la hermandad reorganizaba el sistema tribal. En cualquier caso, Coppolani se equivocó en sus predicciones, pues los líderes religiosos o morabitos, que consideró serían sus aliados en la conquista, demostraron ser fuertes opositores cuando las circunstancias lo propiciaron.

En este sentido, como ya hemos visto, la oposición a la ocupación colonial se establecería por un tiempo con la idea de yihad o guerra santa. La llamada a la yihad contra los franceses se manifestó muy rápidamente, aunque, también es verdad, que Coppolani ya había tenido en cuenta esta posibilidad, y trató de alinearse con la corriente anti-yihadista que surge en la comunidad islámica en aquel momento. En este contexto, aparecieron numerosos líderes religiosos de la periferia rural para combatir a las tribus amigas de los franceses, entre los que se encontraba el sheij Ma el Ainin. Esta situación llevará varios años de lucha y a la ocupación de una parte importante de la zona sur del Sahara por las tropas francesas.

Líderes religiosos o morabitos

Sheij o líderes religiosos de las tribus mauras con las que negoció Coppolani. La Dépêche coloniale illustrée (Gallica. Biblioteca Nacional de Francia).

Al principio, la unificación de la resistencia a la colonización se llevó a cabo haciendo referencia (solo ideológicamente) al estatus religioso del sultán de Marruecos, reconocido como el «comandante de los creyentes». Sin embargo, de ningún modo, esto significaba el reconocimiento de la autoridad política del sultán sobre las tribus saharianas. En esta primera década del siglo XX, las posiciones políticas y religiosas del sultán de Marruecos se convirtieron en un obstáculo para las pretensiones coloniales de Francia. Hasta ese momento, Marruecos se había mantenido como el único país islámico independiente, y esta circunstancia iba a facilitar la llegada de armas modernas a las tribus saharianas desde la costa atlántica, favoreciendo la organización y desarrollo de la resistencia.

Algunas fuentes han inculpado a Ma el Ainin en el asesinato de Xavier Coppolani en un desesperado intento de frustrar el avance francés, sin embargo, se trata de una afirmación que nunca fue probada. El sueño de Coppolani había sido la conquista francesa de las tribus del Sahara Occidental, a pesar de no tener el suficiente apoyo en el gobierno de Francia. Xavier Coppolani fue asesinado en Tagant (meseta situada al oeste de Nouakchott) en mayo de 1905, un suceso que detuvo por un tiempo las operaciones francesas en la zona.

Xavier Coppolani y su guía Hassan

Xavier Coppolani y su guía Hassan en Trarza (Mauritania). Gallica (Biblioteca Nacional de Francia).

El papel del sheij Ma el Ainin en la organización de la yihad contra la colonización francesa también se puede explicar por la dimensión que había adquirido su hermandad, la Ainiya, que le dio una especie de visión panislamista capaz de sobrepasar las divisiones locales de la comunidad islámica. En esta época, Ma el Ainin y su tariqa habían alcanzado su punto álgido. Los escritos del sheij eran conocidos en todo el mundo musulmán y su autoridad y poder nunca habían sido tan fuertes en el Sahara. Durante todo este tiempo, los intereses del sheij Ma el Ainin estuvieron estrechamente vinculados a la conservación de la autonomía marroquí frente a las potencias coloniales, hasta el punto de que cuando los sultanes, presionados por la necesidad, firmaron acuerdos con Francia, el sheij tomaría la cabeza de la resistencia contra ellos.

Tienda del sheij Ma el Ainin en su campamento

Tienda del sheij Ma el Ainin en el centro de su campamento, extraído de los relatos de Camille Douls.

El estancamiento en el avance francés, debido a la muerte de Coppolani y a la situación relativamente difícil en que se encontraban las tropas coloniales, animaron al sheij Ma el Ainin a intervenir activamente en la resistencia a la colonización y, con cierta cautela, a reforzar la cooperación con el sultán. Lanzó un llamamiento a la yihad que dirigió a los principales líderes religiosos en el sur, principales activos de los franceses en el Sahara. En un principio, Mulay Abdelaziz reforzó el apoyo del sheij Ma el Ainin en el Adrar (aún sin colonizar y bastión de la resistencia contra los franceses) con el envío de armas y de un familiar del sultán, el cherif Mulay Idris.

Sin embargo, los ataques de 1906 contra los colonizadores no tuvieron el éxito esperado y, muy pronto, el sultán se daría cuenta que las intervenciones de Mulay Idris en Mauritania interferían y perjudicaba seriamente las relaciones marroquíes con Francia (que había entrado por el norte y ocupado Oujda). Sin embargo, el deseo de unir las fuerzas de resistencia no sobrevivió por mucho tiempo a las diferencias tribales y políticas, además, a todo esto, se añadieron los conflictos surgidos sobre la estrategia a seguir entre Ma el Ainin y Mulay Idris.

Aunque es innegable la importancia de la figura del sultán en todo este proceso estratégico, la legitimidad religiosa de la yihad se basaba esencialmente en la autoridad del sheij Ma el Ainin, a las relaciones que estableció con otros líderes religiosos y a la voluntad compartida con la población de resistir la ocupación colonial.

En estos momentos, el sultán estaba llevando a cabo negociaciones difíciles con las potencias europeas que tuvieron como resultado una disminución de la autonomía del reino. El sultán frenó el envío de armas destinadas a la resistencia y, como consecuencia de estas coacciones francesas al sultán, una caravana de Ma el Ainin, que se dirigía a Cabo Juby a recoger armas, fue atacada por orden de Mulay Abdelaziz, que empezó a renunciar a sus compromisos a favor de la independencia del reino.

Caravana del sheij Ma el Ainin

Caravana del sheij Ma el Ainin. La Dépêche coloniale illustrée. Gallica (Biblioteca Nacional de Francia).

Ma el Ainin y el sultán Mulay Hafid (1908-1912)

La situación en Marruecos era cada vez más caótica y el desorden iba en aumento. Al mismo tiempo, la lucha interna por el poder entre Abdelaziz y Hafid afectaron a sus relaciones con Ma el Ainin que, continuamente, era llamado a la corte por los hermanos para que se posicionara por uno de ellos. Las relaciones del sheij Ma el Ainin y el sultán Mulay Abdelaziz se encontraban bastante deterioradas desde hacía algunos años. A través de la correspondencia entre ambas partes, sabemos que Ma el Ainin intentaba que los hermanos dejaran sus diferencias a un lado e hicieran frente a los franceses. Finalmente, las circunstancias hicieron que Ma el Ainin se decantara por Mulay Hafid, a quien le prometió lealtad y de quien recibió apoyos. Sin embargo, muy pronto Mulay Hafid tomó la misma política de su hermano y firmó los acuerdos de Algeciras con Francia, por lo que Ma el Ainin se sintió de inmediato decepcionado con él.

Mulay Hafid en Marsella

El sultán Mulay Hafid en su visita a Marsella en 1912. Gallica (Biblioteca Nacional de Francia)

En 1908, coincidiendo con la llegada al trono de Mulay Hafid, el coronel Gouraud iniciaría una enérgica campaña que causó el terror en el Sahel. Una guerra cruel que contaba con unidades de caballería de camellos: reclutadas por los líderes de las tribus locales y entrenadas por oficiales franceses. La táctica de los galos consistía en tomar las fuentes y abrevaderos en las que los nómadas hacían beber a sus rebaños. También capturaban las manadas de animales y los nómadas sin fuentes y sin camellos solo podían rendirse ante el ejército francés.

La tensión con los franceses aumentaba y el avance de Gouraud provocaría que el sheij Ma el Ainin abandonara la mítica Smara en 1909 para instalarse en el Uad Nun, dejando sin terminar algunos edificios. Según las fuentes, la ciudad de las arenas en aquel momento ya estaba casi abandona, pues fue un año de una gran sequía que hizo de la ciudad un lugar inhabitable. En aquellos momentos, el sultán no tenía intenciones de apoyar a Ma el Ainin pero, según parece, tampoco quería dejarlo a su suerte en manos de los franceses. Ma el Ainin comenzó a estar presionado por el sultán para que abandonara la lucha y se instalara en sus dominios, invitación que rechazó rotundamente.

Coronel Gouraud, enemigo de Ma el Ainin

A la izquierda Henri Gouraud ya como general en 1923. A la derecha, Gouraud (sentado, segundo desde la izquierda) con un grupo de soldados en Agadès, Níger, 1901. Gallica (Biblioteca Nacional de Francia).

Poco antes del final de su vida, el sheij Ma el Ainin fue llamado por el sultán Mulay Hafid, que solicitó su presencia en el norte. Su marcha hacia Fez, acompañado por su hijo Ahmed El Hiba, fue imposible de concluir, pues la intervención de los franceses y las derrotas de Tadla lo hicieron retroceder. El sheij  cayó en desgracia y sufrió un penoso regreso: fue asaltado y desvalijado en el camino por las tribus hostiles y sobre las que ya había perdido su influencia. Según los estudios sobre el sheij, en este accidentado viaje Ma el Ainin se vio obligado a vender sus armas, sus animales e, incluso, sus libros. En aquella época, el sheij rondaba los ochenta años y se encontraba en un momento de agitación mística y religiosa que lo llevó, en un acto desesperado, a proclamarse sultán elegido por Dios, iniciando así la dinastía de los «Sultanes Azules» título que después heredarán algunos de sus hijos.

Derrotas de Tadla y de Ma el Ainin

Columna de Tadla. Combates de Ksiba. Biblioteca Nacional de Francia.

Finalmente, el sheij llegó a Tiznit, una pequeña ciudad al norte de Sidi Ifni donde, según versiones, ya se había instalado con su familia con el fin de combatir la influencia de líderes religiosos de otras cabilas. Desde que se instaló en las proximidades del Anti Atlas, solo volvió a Smara para comisionar a sus hijos y se unieran en el Sahara para hacer frente a los colonizadores, aunque en aquella época el sheij ya se había quedado solo a la cabeza de la yihad. Antes de morir en octubre de 1910 transmitió su baraka a su hijo Ahmed El Hiba que, ante la inesperada muerte de su padre, sufriría durante más de un año una crisis de incertidumbre e inseguridad que lo paralizó. Es en Tiznit donde el sheij Ma el Ainin descansa en su zagüía, un centro religioso que se ha convertido en un lugar de peregrinaje en Marruecos.

Zagüía de Ma el Ainin en Tiznit

Interior de la zagüía del sheij Ma el Ainin en Tiznit.

Y Smara, abandonada por Ma el Ainin, quedó expuesta al ejército francés. En 1911, Francia seguía mostrando su interés en ocupar la Saguia el Hamra con el objetivo de llegar a Smara y desde allí avanzar al Uad Nun. En aquellas fechas, la Saguia estaba bajo influencia española, al menos teóricamente, pero los españoles no habían hecho acto de presencia aún. La importancia que tenía la zona de la Saguia para los franceses radicaba en que era el territorio donde se refugiaban los líderes religiosos, encabezados por Ma el Ainin, que se oponían a su avance en Argelia y en Mauritania. En su lucha, los franceses no dudaron en traspasar las fronteras para combatirlos. De esta manera, en 1913, una columna francesa, al mando del teniente coronel Mouret, arrasó Smara como respuesta a un ataque de las tribus de la resistencia, un saqueo que el sheij ya no pudo evitar. Un año antes, Ahmed El Hiba, superados sus temores tras la muerte de su padre, había iniciado conversaciones con otras tribus y caídes para fortalecer su confianza y ser proclamado sultán de Marruecos, el «Sultán Azul». Hizo su entrada en Marrakech, sin embargo, las decepciones se sucedieron rápidamente, pues un mes después los franceses ocuparon la ciudad y tuvo que huir, refugiándose más tarde en el Sous, el centro de su acción.

Ahmed el Hiba, hijo de Ma el Ainin, proclamado sultán de Marruecos

Detalle de la portada de la revista francesa «Le Petit Journal» sobre la ocupación de Marrakech por los partidarios de Ahmed el Hiba en 1912. Gallica (Biblioteca Nacional de Francia)

Las consecuencias de la intervención francesa en la ciudad mítica del Sahara han sido interpretadas de muy distintas formas por la historiografía. Pero exclusivamente de Smara hablaremos más en profundidad en otro post ahora que ya conocéis mejor la figura de su fundador y el contexto histórico en el que se produjo su levantamiento. De esta manera, conoceremos el proceso de creación de la ciudad de las arenas, la lejana y silenciosa Smara, convertida en símbolo de la resistencia. Smara, después de ser destruida por los franceses en 1913 permaneció abandonada hasta que fue ocupada por España en julio de 1934, cuando llegó una Mía española al mando del coronel Bullón. Como guía los acompañaba Mohammed Fadda (sobrino del sheij Marabbi Rebbu) y fueron recibidos en el palmeral por El Ueli, un hijo de Ma el Ainin. Comenzó entonces una fase de reconstrucción intensa que le devolvió la vida a la ciudad, pero esta es otra historia que trataremos más adelante en Rutas Marruecas.

Mía española que ocupó Smara

Para finalizar, me gustaría recomendar a nuestros lectores la visita a Smara. Desde Tubqal Marruecos, piedra y arena, hemos diseñado varias rutas que forman parte de interesantes recorridos históricos por el Antiguo Sahara Español que tratan de entender la historia desde ambos lados.

Vista de la Saguia el Hamra a su paso por El Aiún

Vista del Saguia el Hamra a su paso por la ciudad de El Aiún, muy cerca de su desembocadura.