La mona de Gibraltar

Los monos que habitan desde hace algunas décadas en los pinares del Gurugú (en la costa norte de Marruecos y muy próximo a la ciudad de Melilla) pertenecen a una especie muy singular y con una trayectoria histórica llena de vicisitudes. Su denominación oficial es «Macaco de Berbería» (Macaca sylvanus), ya que es la Berbería, o el Magreb, su región de origen y el único lugar donde subsisten poblaciones en estado silvestre. Sin embargo, quizás es el nombre de «Mono de Gibraltar» con el que más se le conoce, pues son los ejemplares que viven en el peñón los que le han dado fama mundial a la especie.

Mapa del Mar Mediterráneo y las costa de España y Berbería

Cartografía histórica (1780) de la parte occidental del Mar Mediterráneo, realizado por el cartógrafo Louis Denis. En el mapa podemos observar la costa de Berbería y el Estrecho de Gibraltar. Gallica (Biblioteca Nacional de Francia).

Antecedentes en el continente europeo

Es natural que a los primeros anglosajones que llegaron al peñón de Gibraltar les llamara tanto la atención el que allí habitaran estos macacos, aparentemente tan fuera de lugar en el continente europeo. De hecho, todo parece indicar que estos monos que viven en Gibraltar descienden de ejemplares que llegaron como mascotas de las tropas musulmanas que arribaron a esas costas allá por el siglo VIII. Aunque no era la primera vez que esta especie llegaba a Europa: los registros fósiles nos cuentan que el macaco de Berbería cruzó desde África al continente europeo hace, aproximadamente, cinco millones de años, a la vez que lo hicieron otras muchas especies.

Restos fósiles del Macaca sylvanus

Restos fósiles de macacos de los yacimientos de Cal Guardiola y Vallparadís (a la izquierda), que han proporcionado miles de restos de vertebrados fósiles. A la derecha, tercera molar superior izquierda del Macaca Sylvanus cf. prisca fósil de Puerto de la Cadena (izquierda) comparada con el mismo diente del Macaca Sylvanus sylvanus actual de África del Norte (derecha). Fotografías de David M. Alba (Universidad Autónoma de Barcelona).

La razón de esta «invasión» de especies africanas está en relación con la desecación del mar Mediterráneo hace unos cinco millones de años debido a fenómenos geológicos que sellaron el estrecho de Gibraltar, impidiendo el paso de agua desde el Atlántico, lo que se ha dado en llamar la «crisis salina del Messiniense». Pasaron unos 300000 años hasta que la apertura del Estrecho permitió que el agua volviera a colmar el Mediterráneo y, por lo tanto, se limitara el paso de fauna de un continente a otro. Sin embargo, muchas de estas especies, como el Macaco de Berbería, se extendieron por Europa (se han encontrado fósiles en lugares tan septentrionales como el norte de Francia o Alemania) y vivieron en el continente hasta hace aproximadamente 30000 años. Entonces, estamos hablando de una especie que vivió en Europa durante cinco millones de años, adaptándose perfectamente a las condiciones climáticas del continente y convirtiéndose en una especie europea más.

Ilustración de la Crisis Salina del Messiniense

A la izquierda, interpretación artística de la paleogeografía de los canales de comunicación entre el Atlántico y el Mediterráneo hace unos 6.5 millones de años, antes de la crisis salina del Messiniense (Fuente: Wikiwand). En el centro, topografía europea durante la crisis salina del Messiniense, hace 6 millones de años y, a la derecha, interpretación de la inundación del Mediterráneo por aguas atlánticas hace 5.3 millones de años, poniendo fin a la Crisis Salina del Mesiniense (Fuente: Paubahi en Wikimedia Commons).

¿Por qué se extinguió entonces?

Pues, según parece, los cambios en las condiciones climáticas tuvieron mucho que ver, sin embargo, hay un hecho a tener en cuenta: en los últimos 100000 años el Macaco de Berbería ya convivía con los primeros homínidos que habitaron el continente, y a estos homínidos cazadores, como el hombre de Neanderthal, se les atribuye la extinción de numerosas especies de la época, por lo que no hay que descartar que a las causas climáticas de la desaparición de Macaca sylvanus en Europa se sumen causas antropológicas.

Macaco de Berbería

Macaco de Berbería atento a la mirada del fotógrafo mientras recoge alimento en los bosques marroquíes. Fotografía: Manuel Tapia.

El único primate del género Macaca con distribución africana

Todas las especies del género Macaca, excepto el Macaco de Berbería, viven en el continente asiático. Macaca sylvanus es, por lo tanto, la única especie de macaco que vive fuera de Asia, concretamente en África. Hay también una diferencia fundamental con el resto de especies asiáticas: el Macaco de Berbería es el único representante de la familia Cercopithecidae que no tiene cola. Precisamente, ese atributo facilitó su adaptación al clima septentrional en su etapa europea, pues esta extremidad es muy proclive a la congelación en climas fríos. Los registros fósiles evidencian que los antecesores de esta especie sí que poseían este atributo, pero esta adaptación evolutiva ha tenido que ser muy útil también en las cumbres de la cordillera del Atlas en Marruecos, donde se les puede ver en cotas muy altas y retozando en la nieve sin apenas dificultad.

Macaco en la cordillera del Atlas en Marruecos
Macaco en la cordillera del Atlas en Marruecos
Macaco de Berbería en la cordillera del Atlas

Macacos de Berbería en el Medio Atlas marroquí en época de nieves. En estos bosques, los macacos se abastecen de alimentos de origen vegetal o animal, conformando una dieta omnívora. También en los árboles se refugian de cualquier peligro o ante fuertes tormentas de lluvia o nieve. Fotografías: Francisco Mingorance.

El apelativo sylvanus hace alusión al modo de vida adaptado a los ambientes forestales de esta especie. Es entre las masas boscosas donde busca su avituallamiento, ya sea de origen animal, como huevos de pajarillos o pequeños vertebrados, o vegetal, como raíces o brotes tiernos de ciertas plantas, bayas y frutos silvestres. Este régimen omnívoro nos recuerda cuán cercanos están estos monos a nosotros en la escala evolutiva. Son buenos escaladores, y la mejor forma de verlos en su hábitat es cuando se encaraman en las paredes de los acantilados que les sirven de refugio, pues mientras buscan alimento entre los árboles pueden pasar desapercibidos con facilidad. Podemos observar esta costumbre de refugiarse en las paredes verticales de los acantilados en muchos lugares del Atlas marroquí tan conocidos como las Cascadas de Ouzud; en el Alto y Medio Atlas; o las colinas de Akchor, cerca de Chefchauen. Aunque no hace falta irse tan lejos: las escarpaduras de la cara noroeste del monte Gurugú, muy próximo a la ciudad de Melilla, son un lugar privilegiado para observarlos y admirar cómo escalan paredes imposibles, muchos de ellos con una cría a sus espaldas y con una facilidad pasmosa.

Macaco en las Cascadas de Ouzud
Macaco en las Cascadas de Ouzud
Macaco de Berbería en la cordillera del Atlas

Arriba, macacos observando a los senderistas en las Cascadas de Ouzud, en el Atlas marroquí. Abajo: cría de macaco en los bosques de cedro de Ifrane (Medio Atlas). Fotografías: Tubqal Marruecos

Un curioso lenguaje de gestos

Cuanto más se observa a estos monos en su medio, más evidente resulta su parentesco con nuestra especie, por la cantidad de gestos y actitudes que compartimos. La picaresca de los individuos más jóvenes y su rebeldía con los adultos, las carantoñas de las madres a las crías, la habilidad con la que manipulan los alimentos, pueden llegar a turbarnos por reconocernos tan fácilmente en ellos. Hay un gesto en particular que usan muy a menudo y que se apoya en una característica anatómica de los macacos, sus párpados, que son de un color blanco destacado con respecto al resto de la cara. Los macacos llaman la atención de sus congéneres simplemente abriendo y cerrando los ojos, mostrando sus párpados, con un gesto que ahorra mucha energía, pues no requiere de ningún otro movimiento del cuerpo. 

Característica anatómica de los macacos, párpados blancos
Párpados de un color blanco destacado
Pareja abrazada de macacos de Berbería en el macizo del Gurugú
Madre con su cría sobre el vientre

Arriba, mímica de un macho adulto con sus párpados blancos. Abajo, pareja de macacos y madre con su cría. Macizo del Gurugú. Fotografías: Manuel Tapia

La población del Gurugú.  Una historia de supervivencia

Estos monos del Gurugú proceden de un programa de introducción que llevó a cabo el Ministerio de Aguas y Bosques marroquí hace ya más de cuatro décadas. Era el segundo intento de introducir esta especie en el macizo del Gurugú, pues el primero resultó un estrepitoso fracaso. La manada introducida en la primera ocasión no supo adaptarse a este nuevo hábitat tan diferente al de origen, y terminó descendiendo a la laguna de la Mar Chica en un intento desesperado de encontrar alimento, ocasionando una situación complicada que finalizó con el sacrificio de muchos de los ejemplares introducidos.

Gran parte del macizo del Gurugú está ocupada por un pinar de repoblación, compuesto básicamente por pino carrasco (Pinus halepensis) con algunas manchas de pino negral (Pinus nigra). Los pinares ofrecen poco alimento a los monos, y en algunas estaciones del año, cuando los arbustos que forman los sotos de estos pinares no tienen fruto, la situación puede ser muy difícil para ellos. Solo la pequeña mancha de coscojal autóctono, que se conserva en las laderas cercanas a la estación de radar, parece brindar recursos durante todo el año para esta especie y, al parecer, en el primer intento de introducir esta especie no fue suficiente.

Macizo del Gurugú

Macizo del Gurugú, en las estribaciones de Melilla. Fotografía: Antonio Ruiz.  

Vista de la laguna de la Mar Chica
Vista de la Mar Chica desde el macizo del Gurugú

Vistas de la laguna de la Mar Chica desde el macizo del Gurugú. Fotografías: Antonio Ruiz.

Sin embargo, el segundo intento de introducción ha dado lugar a una población estable, compuesta ya por varios grupos: la abundancia de ejemplares jóvenes y crías confirman su buena adaptación al medio. Hay una peculiaridad en estos monos del Gurugú que puede haber decidido su supervivencia en este nuevo hábitat: han aprendido a alimentarse de los pequeños piñones del pino carrasco, que extraen a mordiscos destrozando las duras piñas gracias a su potente dentadura. Un gran esfuerzo para tan poco alimento, pero es alimento, al fin y al cabo, y en los meses de escasez es una buena forma de evitar la inanición. De hecho, una buena manera de seguir el rastro de estos macacos cuando visitamos el macizo Gurugú son los restos de piñas mordisqueadas que dejan a su paso. En estaciones más benignas, es fácil verlos en los prados de la meseta de Taxuda devorando raíces carnosas de ciertas especies como la zanahoria silvestre (Daucus carota).

Macacos en el macizo del Gurugú
Macaco en el macizo del Gurugú

Ejemplares de Macacos de Berbería en la meseta de Taxuda, en el macizo del Gurugú. Fotografía: Antonio Ruiz.

Una especie con un futuro difícil

El importante número de ejemplares que viven en el entorno del Gurugú no deja de ser una buena noticia para la supervivencia de esta especie, pues su población ha descendido en las últimas décadas hasta tal punto que la comunidad internacional ha dado la voz de alarma. La presión humana sobre el Macaco de Berbería, traducida en destrucción de su hábitat por deforestación y en furtivismo sobre sus crías para alimentar el mercado de mascotas, puede hacer que esta especie desaparezca en estado silvestre en pocos años.

Las últimas iniciativas legislativas encaminadas a proteger esta especie en Marruecos y algunos proyectos de ámbito internacional que se están desarrollando con el mismo fin, pueden ser la solución para revertir la delicada situación del Macaco de Berbería en la actualidad. El que una especie tan cercana a nosotros en todos los aspectos esté sufriendo estas tribulaciones es algo que debería, como poco, hacernos reflexionar.

Turistas fotografiando los macacos de berbería

Turistas observando a los macacos en las Cascadas de Ouzud (izquierda) y en el Medio Atlas (derecha). Fotografías: Sonia Gámez.

Manuel Tapia Claro
Área de Conservación de la Naturaleza, Guelaya-Ecologistas en Acción